Una filiación verdadera
La osteopatía craneal de Sutherland, heredera directa de la obra de Still[1]
Pierre Tricot DO.
Traducido por Miguel Hernández Callejo y Juan Bañuls Puig
En sus escritos, Still habla poco de la cabeza. O al menos deberíamos decir, para ser más precisos, que no aborda específicamente el cráneo como lo hace con las demás regiones anatómicas del cuerpo. Está claro que reconoce su importancia, menciona los órganos que éste contiene y la manera en la cual se articula con la columna cervical, las regiones de las cuales depende para su abastecimiento sanguíneo y nervioso, etc. Sin embargo, él no aborda el cráneo en sí mismo. ¿Significa esto que no se interesaba en ello o que no valoraba su importancia. Todo lo contrario. Pienso, más bien, que esta omisión obedece a algo empezado pero no acabado: «Durante la última ocasión que tuvo (A.T.Still) de hablar conmigo, de pie delante mío, apoyado contra la pared de la entrada del viejo dispensario de la escuela que había fundado, […] y recapitulando una última vez toda nuestra conversación, como si me advirtiera que era el final, dijo que la investigación concerniente a la circulación de la cabeza hacia la médula espinal y el retorno hacia la cabeza, habían retenido todo su interés constantemente y que era la investigación a la cual le habría gustado dedicar las energías de su vida, pero que aquello que él había llamado osteopatía se tenía que anteponer.» (Sorrel, 2000, 50). Estas palabras de Charlotte Weaver[2], osteópata contemporánea de Sutherland, que también estudió el cráneo en particular, parecen dar testimonio de que, igualmente, A.T. Still se interesaba en ello, pero que no había podido avanzar en este asunto por falta de tiempo y quizás de energía.
En el plano de la sincronicidad[3], la idea loca de Sutherland (1898) - la posible movilidad de las estructuras craneales-, viene, entonces, muy al caso, como si hubiera una transmisión del testigo y se comunicasen las informaciones necesarias, con el propósito de proseguir.
Habrá que esperar más de veinte años para que Sutherland acepte experimentar en este sentido, con un primer deseo, demostrar que la idea es verdaderamente loca y que los huesos del cráneo no se mueven. Hay que precisar que la idea misma de movilidad craneal, incluso todavía hoy en día, se opone a una certeza anclada en las mentalidades, desde hace siglos.
En cambio, una vez comenzada su investigación, Sutherland siempre se considerará como continuador de la obra de Still: «Si leéis con atención, incluso entrelíneas, las obras de Andrew Taylor Still, veréis que él ya mencionaba esta idea, y que es él y no yo, quien estableció las bases del concepto craneal en la ciencia osteopática.» (Walles Ed, 1990, 3). Reforzando estas palabras, Rollin Becker escribe en la introducción de Theachings in the Science of Osteopathy (trad. esp.: Enseñanzas en la ciencia de la osteopatía): «W. G. Sutherland sostuvo durante mucho tiempo que había sido el Dr. Still, y no él mismo, quien había descubierto el concepto craneal.» (Walles Ed, 1997, XIX).
Por otro lado, Sutherland siempre consideró el concepto craneal como siendo parte integrante de la osteopatía y parece haberse esforzado en mantener esta unidad. «Tomad consciencia del hecho que el concepto craneal no es una especialidad. Está incluido en la ciencia de la osteopatía para el beneficio de vuestros pacientes.» (Walles Ed, 1990, 98).
Sin embargo, al oír hablar hoy en día a muchos osteópatas, la integración no parece realizada. Quién no ha oído decir: «Yo le he hecho vertebral, después craneal…». Peor todavía, a menudo tengo la sensación de oír hablar de dos osteopatías distintas, mientras que Still y Sutherland nos hablan, uno y otro, de lo mismo: el humano viviente, parte integrante de la Creación.
Numerosos puntos en común
Numerosos puntos en común unen a los dos hombres que comparten el mismo entorno cultural, ambos son autodidactas pragmáticos, inconformistas, basando su investigación en la anatomía y la mecánica, a la vez que están guiados por una profunda y natural espiritualidad.
El mismo crisol cultural
Aunque nació en Virginia, Still pasó la mayor parte de su vida en el Middle-west (trad. esp. Medio-oeste) americano rural (Kansas y Missouri), medio del que proviene, igualmente, Sutherland (Minnesota). Los dos hombres pertenecen a un crisol cultural común. Desde luego, Still conoció el periodo de los pioneros y de la lucha contra la esclavitud, mientras que Sutherland nació en una época donde esas cosas ya estaban bien estabilizadas. No obstante, aun cuando éste se manifiesta bajo formas distintas, el espíritu pionero está presente en los dos hombres, los cuales no solamente aceptan las suertes y los riesgos inherentes a sus procedimientos personales, sino que parecen estimulados por lo desconocido a explorar.
Autodidactas, libres, independientes
Ambos son autodidactas. Desde luego, Still es médico. Pero en su época y el Medio-oeste americano, la formación de medicina no es nada comparable a la de hoy en día: «Andrew Taylor Still practicaba la medicina con su padre desde 1849, su formación se hacía a través del aprendizaje directo, como para la mayoría de los médicos americanos de aquella época. Durante un periodo de aproximadamente dos años, los estudiantes médicos mezclaban las medicinas, observaban a los pacientes y aprendían la terapéutica. Esta experiencia práctica estaba amparada por la lectura de libros de medicina que se encontraban en la biblioteca del médico.» (Trowbridge, 1999,82). No volveré a la trayectoria seguida por Still, ya mencionada con creces en otras circunstancias, pero parece importante recordar que es su insatisfacción frente a la medicina de aquella época y a sus métodos, la que le condujo a buscar por él mismo otras soluciones y le internó en una vía decididamente distinta, la cual le obligó a atravesar muchas adversidades.
Still es un investigador libre que no dudó en afrontar multitud de oposiciones. Pero él se mantuvo fiel a su camino, a sus descubrimientos, a su experimentación, en resumen, a su ética: «Un explorador en busca de la verdad debe, para empezar, declarar su independencia frente a todas las obligaciones o confraternidades, cualquiera que éstas sean. Debe ser libre para pensar y razonar. Debe establecer su observatorio sobre las colinas de su elección; debe establecerlo por encima de los más altos planes imaginables de reglas, de reyes, de profesores de escuelas de cualquier tipo y de cualquier denominación. Debe ser el Zar de su propio imperio, libre de todo aquello que podría importunarlo mientras que él procede en sus observaciones. » (Still, 1999, 103).
Igualmente, el recorrido de Sutherland es sorprendente para un europeo de nuestros tiempos: de la actividad agrícola, a la imprenta, al periodismo y a la osteopatía. De hecho, es como periodista cuando oye hablar de la osteopatía. Debido a los ecos divergentes y contradictorios, decide ir a ver sobre el terreno de qué se trata. Por ello, acude a Kirksville en 1897. Impresionado por lo que ve, tanto a nivel de la técnica osteopática como a nivel de los resultados constatados, decide dejarlo todo y convertirse en osteópata.
Tal como le sucedió a Still, su camino le hará encontrar mucha resistencia, oposición y ostracismo, pero él sabrá mantenerse fiel a su senda y, aun siendo claramente menos vindicativo que Still, proseguirá su rumbo. «El hecho de que durante tanto tiempo él siguiera un camino de investigación, sin otra razón específica que un impulso subyacente y el sentido intuitivo de una dirección que debía seguir, podría parecer que fue una manifestación rara de orientación interior, de confianza y de autodisciplina.» (Strand Sutherland, 2002, 82).
Pragmáticos
El pragmatismo, el cual se manifiesta mediante la capacidad de observar y de experimentar directamente, me parece una de las cualidades dominantes en sus respectivas búsquedas. Ésta aptitud se expresa en esta anécdota donde Still cuenta como curó su primer caso de disentería: «Coloqué la mano sobre la región lumbar del hombrecito que yo llevaba en brazos, y la encontré muy caliente, incluso quemando, mientras que el abdomen estaba frío. Mi única idea era ayudar a la mujer y a sus niños; en ningún caso pensaba hacer un descubrimiento para la dicha de las generaciones futuras. Al tiempo que caminaba, encontré extraño que la espalda estuviera tan caliente y el vientre tan frío; el cuello y la parte de atrás de la cabeza estaban igualmente muy calientes y la cara, la nariz y toda la parte de delante de la cabeza frías. Comencé a reflexionar ya que en aquella época conocía muy pocas cosas sobre la disentería, salvo que ésta mataba a jóvenes y viejos y era más grave en temporada de calor.» (Still, 1998, 93-94).
Referente a Sutherland, él dice, con claridad, haber dado preferencia a la experimentación, particularmente sobre él mismo: «Para demostrar que la movilidad entre los huesos del cráneo adulto era imposible, yo debía adquirir conocimientos en un gran número de ámbitos. Si hubiese realizado dichos experimentos sobre otra persona, únicamente habría obtenido información, y ellos habrían obtenido el conocimiento.» (Walles Ed, 1990, 5). Y si creemos a su esposa, estas experiencias no son anodinas, puesto que tienden a reproducir sobre su propio cráneo lesiones mecánicas inducidas a través de fuertes fuerzas de coerción. Las consecuencias de algunas experimentaciones llegan a preocupar mucho a su esposa: «En el transcurso del periodo de reacciones que siguió, Will, en muchos aspectos, ya no fue él mismo. […] Estaba extremadamente nervioso, tenso y fácilmente irritable. Esto contrastaba radicalmente con su equilibrio, su calma y su deferencia habituales. Su tez variaba, a veces, estaba muy pálido y su expresión facial se modificaba.» (Strand Sutherland, 1962, 56). Además de dar preferencia a la percepción directa de aquello que se experimenta, este proceder revela una ética personal depurada: en primer lugar, se asegura que la experiencia no es nociva para uno mismo y que es reversible, antes de probarla en sus semejantes.
Anatomistas y mecanicistas
El apego de Still por la anatomía no admite duda: «El osteópata debe recordar que su primera lección es la anatomía, su última lección es anatomía y que todas sus demás lecciones, son la anatomía.» (Still, 1902, 12). La búsqueda de Sutherland se inscribe en la misma línea: «Mi misión fue la anatomía aplicada. Las informaciones que yo había encontrado en los libros me aportaron valiosas indicaciones y mostraron el camino a seguir.» (Walles, Ed, 1997, 5).
Este apego cimienta la osteopatía en lo concreto: la anatomía, realidad tangible, descriptible, perceptible del humano y me parece indiscutiblemente un punto esencial que une el pensamiento y el trabajo de los dos hombres. El fundamento anatómico ofrece, por otro lado, la ventaja de una base de salida poco discutible: la anatomía es la misma para todos. En cambio, es particularmente interesante observar aquello que los dos hombres serán capaces de extraer de este fundamento común. Es a partir del estudio anatómico como nacerán, para cada uno de ellos, las intuiciones y las hipótesis que se ingeniarán de verificar en la práctica. La especulación no llega, por tanto, más que en segundo lugar, al nacer del deseo de explicar los descubrimientos consecutivos a la observación y a la percepción, lo cual coincide con el carácter pragmático ya mencionado.
Una vez aceptada la idea de experimentar su idea loca, el primer trabajo de Sutherland fue disecar el cráneo que tenía en su posesión: «Delicadamente, con pericia, utilizando únicamente la hoja de una navaja, los huesos intrincados de Mike[4] fueron separados suavemente, hazaña mucho mayor de lo que parece. Al contrario de Humpty-Dumpty[5], Mike podía ser reconstruido por un ingenioso sistema de tornillos y brazaletes de goma cuando era necesario estudiar el cráneo por entero.» (Strand Sutherland, 1962, 18)
Desde el principio, el concepto craneal de Sutherland se basa, por tanto, en la anatomía. Por otra parte, expresa una idea ya formulada por Still, es decir el conocimiento de lo normal, el cual permite detectar y tratar lo anormal: « La imagen de una anatomía perfecta es indispensable para comprender el funcionamiento de los cráneos humanos.» (Ibíd., 6).
Añadamos que la anatomía de la cual hablamos es una anatomía en su sentido más amplio: «Aquello que Still entiende como anatomía, no es solamente la anatomía descriptiva de los libros y la anatomía de laboratorio, sino también la fisiología, la histología, la bioquímica (aquello que él llamaba química elemental), la observación en las clínicas, así como la observación y la practica en lo que él llamaba, la consulta del osteópata.» (Masiello, 2000, 29-30).
Un concepto mecánico
Al igual que Still, el estudio anatómico llevará a Sutherland a contemplar el cráneo desde un punto de vista mecánico. Su estudio de los huesos y articulaciones del cráneo le confronta con la mecánica y no tarda en advertir que las disposiciones articulares que descubre, presentan unas cuantas sorprendentes correspondencias con las disposiciones mecánicas que él encontró en el ejercicio de su primer oficio, el de impresor. Estas analogías son las que le llevarán a aceptar finalmente la idea de una posible movilidad: « ¿Me atrevería a pensar que dichos mecanismos no indican, meramente, unas disposiciones para el movimiento craneal, sino que los primeros, participan activamente en el movimiento? ¿Cómo podría demostrar o refutar esto? » (Strand Sutherland, 1962, 20). Este modo de razonar es completamente stilliano.
La relación estructura-función
Anatomía y mecánica llevaron a Still a considerar la mutua relación entre estructura y función: «Dado que la posición normal y la relación de cada hueso desde lo alto de la cabeza hasta la planta de los pies, son una condición indispensable para la buena salud, ¿qué cambio en el seno de una cavidad, de una faceta, o de una articulación, será causa de una enfermedad progresiva como la fiebre, la tuberculosis o la inflamación de una articulación del cuello, de la espalda, de los lomos, de la cadera, de las piernas o del brazo?» (Still, 2001, 39-40).
Aquí tenemos una marca característica del razonamiento osteopático y es lógico volverlo a encontrar en Sutherland, osteópata en el alma. El concepto craneal establece dicha relación de una manera particularmente convincente y eficaz. Me parece esencial recalcar que durante muchísimo tiempo, Sutherland trabajó con la mecánica dura. Para ello utilizó un artilugio confeccionado a partir de elementos discordantes, modificados a menudo, para servir a su propósito: casco y guantes de béisbol, tiras de cuero, hebillas, tazones de madera, trozos de goma, etc. Las presiones y fuerzas de coerción que imponía a su cráneo para inducir y estudiar las alteraciones del mecanismo no tienen nada que ver con el endeble tacto, frecuentemente preconizado hoy en día, para contactar el cráneo.
Por otro lado, el uso de dicho material le valió algunos desengaños, puesto que tras la aparición de un artículo en el cual describía su material y sus métodos, algunos lectores confundieron el concepto y los medios para ponerlo en práctica. El correo que recibió en respuesta le desanimó particularmente: «La afluencia de correos tenía un tema central: “Desearía obtener su artilugio intra-craneal…” “¿Podría hacer fabricar uno para mí, y cuánto costaría?” “¿Está en venta su casco?” Algunas cartas iracundas le reprendían en términos que no se pueden repetir, acusándole de traicionar los principios de la osteopatía, la cual se suponía que defendía.» (Strand Sutherland, 1962, 68).
Un fuerte anclaje espiritual
Una característica común en los escritos de Still y Sutherland es que ellos se conciben como formando parte de una coherencia trascendente, de naturaleza espiritual. En Autobiografía, se puede advertir más de trescientas citaciones de Dios y del Divino. Aunque claramente más discreto, Sutherland recurre a algunas citaciones espirituales, citando y apoyándose sobre versos de la Biblia o citando incluso su filiación espiritual. «Un hombre que no dudó en ir más allá de las evidencias de los sentidos, penetrando así profundamente en las realidades de lo invisible. Hizo caso de este precepto: “Be still and know”[6]. Él podía decir debido a la dirección que había dado a su vida: “Closer is He than breathing”. Él que mencionaba de manera cariñosa como “Papá”, al explicar: “Para mí, en esto no hay nada de irrespetuoso. Por el contrario, esto tiende a aproximarme a una comprensión más completa de Él. El “Papá siempre presente, el cual, por amor, da unos azotes cuando la disciplina es necesaria.”» (Strand Sutherland, 1962, 97).
Sin embargo, advirtamos que el anclaje espiritual de la osteopatía que tenían presente los dos hombres, no es estrictamente de naturaleza religiosa. «El concepto de Vida para Still era mucho más que una mera fuerza de la naturaleza o un principio organizador. Es en función de este concepto como examinamos la base del trabajo de Sutherland, con ciertos fenómenos tales como el Aliento de Vida, la Marea, o la Luz Líquida. La Vida no es una fuerza ciega. La Vida tiene un propósito. Tiene un plan u objetivo. Está orientada hacia dicho objetivo y en ese sentido, es teleológica. La Vida se puede comunicar con cada uno de nosotros de manera personal. La Vida está presente siempre – nosotros, simplemente, no damos cuenta de ella. Para Still y Sutherland, la Vida es Dios. En ese sentido, la osteopatía es más que vitalista. Es más correcto decir que la osteopatía es teísta y que el vitalismo es un subgrupo o un caso particular de teísmo.» (Masiello, 2000, 27-28). No se puede ser más claro sobre la profunda unión del pensamiento que vincula a estos dos hombres. Pero es, igualmente, motivo suficiente para chocar a los incondicionales de la laicidad en que nos hemos convertido.
Para comprender a Still y a Sutherland, es indispensable integrar que ellos evolucionan, en falso, entre dos concepciones del mundo, pre-darwiniana (bíblica) y post-darwiniana (evolucionista) y que la coexistencia de ambos modelos no es solamente típica de la época de Still, sino que, más paradójicamente todavía, lo es de la mentalidad americana contemporánea. Hoy en día, un francés tiene dificultad para comprender esta corta frase inscrita sobre las monedas y billetes de banca americanos: «In God we trust[7]». ¡Es aún más sorprendente saber que dicha frase se convirtió en el lema nacional americano en 1957! Sin embargo, más allá de la aparente paradoja, esto nos indica quizás que la cultura americana reconoce e integra una trascendencia en la existencia humana. Aquí se trata de una diferencia cultural importante, la cual debemos tener en cuenta en nuestras valoraciones: «La elección que hace una sociedad de un paradigma dominante resulta de una selección compleja, cultural, económica, política y estética, cuya base misma no es racional.» (Masiello, 2000, 25). Me parece que no podemos comprender la osteopatía de Still y Sutherland, y su estrecha filiación, si no integramos estos conceptos.
Comunicar lo indecible
Para expresar su percepción intuitiva de la trascendencia que vivenciaban, ambos utilizaron el lenguaje que se adaptaba mejor a ese designio: la alegoría[8] y la metáfora[9]. «La metáfora es un dispositivo único, muy flexible, que permite ampliar los recursos del lenguaje, dar un nuevo sentido a las palabras y esto, en situaciones bien precisas. Es como aprender nuevos sesgos a antiguas palabras. Utilizando una etiqueta antigua de una manera nueva, la metáfora puede esclarecer un aspecto de la existencia humana que todavía no había sido expresado. Eso es particularmente cierto para los fenómenos engañosos, difíciles de catalogar o de revelar. Poniendo en relación unas palabras que parecen opuestas, la metáfora genera una tensión que nos empuja a los límites del lenguaje.» (Masiello, 2000, 32).
Además, para Sutherland, el cual deseaba comunicarnos ciertas percepciones, el recurso a la metáfora era casi indispensable. Para hacernos comprender la fluidez y la alternancia del movimiento de los fluidos corporales, utiliza la metáfora de la marea, para hacernos comprender la presencia de la vida, él habla del Aliento de Vida, para hacernos comprender aquello que se transmite en el cuerpo, relacionado a la vida, nos habla de la Luz Líquida, etc.
La metáfora constituye una poderosa herramienta retórica que permite hacer acceder al semejante a una realidad difícilmente expresable mediante palabras. Ésta es una interfaz entre lo concreto y lo abstracto, entre lo material y lo inmaterial y permite apreciar la calidad, en vez de interesarse por la cantidad. Por desgracia, dicho sistema de comunicación no es admitido por el sistema biomédico actual, el cual se orienta, casi únicamente, hacia la objetivación, la cuantificación de los elementos.
Una filiación verdadera
«La ley del espíritu, de la materia y del movimiento, tal es la definición, la única definición, que A.T. Still contemplaba para los principios y la práctica de aquello que descubrió y llamo osteopatía. De hecho, la osteopatía es el reconocimiento, la utilización y el reestablecimiento del movimiento en cada aspecto de la vida, en cada fase de materia concebida por el espíritu divino» (Frymann, 1998, 251). Estas mismas palabras podrían aplicarse del mismo modo a Sutherland. Hoy en día, tengo la certeza que no existe ruptura alguna entre la osteopatía concebida por Sutherland y la de Still; y que es la falta de conexión con las fuentes de nuestro saber y de nuestra filosofía, la que a veces nos las encubre. Dicha carencia nos ha hecho descuidar las etapas del recorrido de Sutherland y no distinguir la coherencia orgánica de su andadura, profundamente osteopática. Yo siento un acuerdo de fondo entre el pensamiento, entre las declaraciones y la obra de Still y las de Sutherland, así como una profunda unidad conceptual entre las obras de ambos. El conocimiento que hoy en día tengo de la obra de Still y de Sutherland me hace pensar que la osteopatía craneal constituye una evolución ineluctable del concepto stilliano. Puedan los textos, aquí reunidos, ayudar a dicha integración.
Bibliografía
Frymann, Viola M. (1998). Collected Papers of Viola M. Frymann, D.O.. Legacy of osteopathy to children. Ann Arbor [Michigan] : American Academy of Osteopathy, 360 p.,ISBN : 0-940668-07-6PB.
Masiello, Domenick J. (Mars 2000). « Ostéopathie, une perspective philosophique ».Apostill, le Journal de l'Académie d'Ostéopathie de France, Mars 2000 (N° 6), 21-35.
Sorrel, Margaret A. (2000). L'ostéopathie crânienne de Charlotte Weaver. Apostill, le Journal de l'Académie d'Ostéopathie de France, Mars 2000 (N°6), 47-56.
Still, Andrew Taylor. (1998). Autobiographie. Vannes: Sully. ( 2-911074-08-04).
Still, Andrew Taylor. (1999). Philosophie de l'ostéopathie. Vannes: Sully. ( 2-911074-16-5).
Still, Andrew Taylor. (2001). Ostéopathie, recherche et pratique. Vannes: Sully. ( 2-911074-29-7).
Strand Sutherland, Adah et Wales, Anne, Eds. (1998). Contributions of Thought. Portland: Rudra Press. (0-915801-74-4).
Strand Sutherland, Adah. (1962). With Thinking Fingers. The Cranial Academy. (0-915801-26-4).
Sutherland, William Garner. (1939). The Cranial Bowl. Mankato Mn: Free Press Company.
Sutherland, William Garner. (2002). Textes fondateurs de l'ostéopathie dans le champ crânien (336 p.). Vannes: Sully. ISBN 2-911074-42-4.
Trowbridge, Carol. (1999). La Naissance de l’ostéopathie. Vannes: Sully. (2-911074-16-5).
Wales, Anne, Ed. (1990). Teachings in the Science of Osteopathy. Portland: Rudra Press. (0-915801-26-4).
[1] Este artículo está extraído de la introducción de Textes fondateurs en ostéopathie dans le champ crânien (trad. esp.: Textos fundadores de osteopatía en el campo craneal), recopilación de textos, traducidos y corregidos por Henri O. Louwette para las Ediciones Sully. ISBN: 2-911074-42-4.
[2]Charlotte Weaver (1884-1964). Osteópata americana, titulada por la A.S.O (American School of Osteopathy – trad. esp.: Escuela Americana de Osteopatía) en 1912. Se interesó particularmente en la hipótesis de las vértebras craneales, formulado ya formulada por Goethe en el siglo anterior, y estudió la anatomía y la embriología craneal en ese sentido. Entre 1927 y 1933, trabajó en París con Tramond-Roupert en los Establecimientos del Dr. Auzoux. Entre 1920 y 1942, pronunció una decena de conferencias en la AOA (American Assosiation of Osteopathy- trad. esp.: Asociación Americana de Osteopatía) y presentó sus hallazgos sobre el cráneo durante las convenciones de 1935, 1936 y 1938, así como al comité director de la AOA, en 1935. Entre 1936 y 1938 publicó trece conferencias en el Journal of AOA (trad. esp.: Revista de la AOA). Margaret Sorrel afirma que Sutherland y Charlotte Weaver se conocieron: «Durante la convención de la AOA de 1938, ella presentó cuatro conferencias consecutivas sobre el tema de la base del cráneo y el Dr. Sutherland estaba presente. A petición suya, ella le enseñó ciertas técnicas después de sus conferencias y él le obsequió con un ejemplar de su manuscrito titulado La Boule crânienne (trad. esp.: La Bola craneal).» (Sorrel , 2000).
[3]Sincronicidad: palabra forjada por Carl Gustav Jung para quien ciertas circunstancias consideradas como coincidencias, serían más complejas y dotadas de sentido. La sincronicidad sería una verdadera creación a través de una conexión entre el espíritu y la materia, entre el psiquismo interior del observador y el mundo exterior objetivo.
[4]Mike: nombre que Sutherland había dado a su esqueleto de estudio.
[5]Humpty-Dumpty: personaje de una canción infantil que caía y reventaba en trozos y el cual no se podía recomponer. Hoy en día, indica aquello que ha estallado y es imposible recomponer.
[6] Be still and know: Cita extraída de la Biblia: «Deteneos y conoced que yo, yo soy Dios». Salmo 46:11. Nosotros lo traduciremos por: «Estate inmóvil y conoce». Otros lo traducen por: «Apacíguate y sepas que Yo, Yo soy, Dios».
[7]In God we trust: que se podría traducir como «en Dios nuestra confianza» o «Nosotros creemos en Dios». Este lema apareció por primera vez, en 1864, en las monedas de uno y dos centavos. Desde entonces, ha figurado en las monedas y después en los billetes de banca. En octubre de 1957, ¡«In God we trust» se convirtió en el lema oficial de los U.S.A.!
[8]Alegoría: representación, expresión de una idea mediante una figura dotada de atributos simbólicos (arte) o mediante una metáfora desarrollada.
[9]Metáfora: del gr. metaphora «transposición». Figura retórica y por extensión, procedente del lenguaje, que consiste en emplear un término concreto en un contexto abstracto por sustitución analógica, sin que en él haya un elemento que introduzca formalmente una comparación. Algunas metáforas se han banalizado debido a la frecuencia de su utilización: aguas cristalinas, la primavera de la vida, sus cabellos de oro, etc.