Sobre el abordaje tisular
¿Porqué tanta filosofía?
¿Porqué esos conceptos espirituales?
Palpación e inducción
Entonces, ¿uno siente lo que quiere?
¿Del paciente o del osteópata?
¿La fisiología sin interés?
¿Y la salud?
¿Filosofía o ciencia?
¿Qué siente el osteópata?
¿Porqué tanta filosofía?
Todo depende de la manera que planteáis el término. Cuando pensamos filosofía, asimilamos inmediatamente ese término al contenido de las clases de filosofía de COU, de gran valor quizá, pero presentadas de manera tan aburrida, tan poco en contacto directo con las preocupaciones del mudo que vivimos que nos hemos apartado de ellas, por falta de percibir su utilidad práctica. Por lo que se ve, la Educación Nacional no se ha percatado todavía que las preocupaciones de un adolescente de hoy en día están bastante lejos de los pensamientos de los filósofos, incluso los más grandes, de los siglos pasados y que a 17 años, ¡ queremos más movida, queremos algo concreto !
Para un americano en general, y para Still en particular, el término de « filosofía » toma una acepción totalmente diferente : se trata de una verdadera manera de plantearse la vida, concreta y sobre todo pragmática. La eficacia se convierte en una obligación. Las conclusiones se sacan de la observación del viviente, por oposición a una respuesta especulativa a un cuestionamiento teórico como es la filosofía antigua griega a la que estamos acostumbrados. Retened esta manera de plantearse la filosofía, porque un número importante de osteópatas americanos (Still, Sutherland, Becker, Frymann, por citar solo unos cuanto), la usan en ese sentido.
Para aprovechar la lectura de Still y de su filosofía, es necesario lograr leer entre las líneas lo que se intenta expresar bajo una terminología, unos prejuicios, aspectos técnicos de otros tiempos, de otra cultura. Muchos se desanimaron al empezar la lectura de sus libros. Se enfrentaron con sus concepciones de otra edad (los principios de la era industrial), con su estilo a menudo pomposo, a veces empático (provisto de empatía), repleto de metáforas, expresadas en frases interminables. No es fácil pasarlo por alto. Sin embargo, el funcionamiento del viviente no ha cambiado en cien años y nuestros pacientes y nosotros mismos sabemos que la osteopatía funciona…
Para nuestro trabajo como osteópata, una filosofía es igualmente particularmente importante : nos ocupamos de la vida y del viviente. La manera de concebirlos gestionará, la mayoría de las veces sin saberlo ni sospecharlo, la manera que nos comportaremos frente a sus manifestaciones. Y lo que afirmo aquí no vale únicamente para nuestra actividad de osteópata, vale igualmente para nuestro comportamiento como ser vivo, simplemente.
Así, intentar crear un modelo que se propone representarse uno cómo se organiza la vida no es anodino, ya que ese modelo nos proporcionará unos puntos de apoyo, unos fulcros, si preferís, sobre los cuales nos apoyaremos para intentar comprendernos a nosotros mismos y comprender a los demás, lo que condicionará en gran parte nuestro modo de actuar.
Sin modelo, somos victimas de fulcros que dirigen nuestra vida sin saberlo ni sospecharlo. Con un modelo, incluso aproximativo, tenemos posibilidades de ser un poco menos efecto y un poco más causa en nuestra vida, de humano y por consiguiente de osteópata.
¿Porqué esos conceptos espirituales?
Estos conceptos tan espirituales me molestan.
Es muy comprensible. Pasando por la experimentación, he intentando interpretar unos fenómenos a la luz de mi consciencia personal actual y de aquello que dicen otros osteópatas.
Mi objetivo no es imponer una filosofía, si no formular un modelo destinado a servirnos de referencial y que presente la ventaja de estar en acuerdo con las filosofías de Still, Sutherland y de muchas otras fuentes, incluso más tradicionales.
La utilidad del modelo se demostrará (o no) a través de la mejor comprensión que éste permita aportar a nuestra experimentación, y de los resultados que obtengamos en nuestra práctica.
Quizás, habría que plantearse este modelo como una herramienta antes de verlo como la adhesión obligatoria a cualquier creencia. No pienso que sea necesario adherir a una creencia para experimentar la herramienta. Conviene colocar las cosas a un nivel mucho más pragmático : cuando uso (honestamente) esta herramienta, ¿ qué sucede en mi tratamiento, en la relación que se establece entonces con el paciente y su sistema corporal ?
Si la puesta en marcha de la herramienta se revela eficiente, entonces la conservo en mi « caja de herramientas. » Si no es eficiente, no la conservo.
Palpación e inducción
Lo que nos propone es pura y simplemente una inducción.
Mientras que en nuestras clases de formación, nos ponen siempre en guardia, en contra de la inducción.
¡ Incluso nos prohíben inducir !
Esta actitud es consecuencia de un cierto desconocimiento de los procesos relacionales asociados con la vida. Es imposible comunicar sin inducir.
Me gustaría citar a Paul Watzlawick: « Cuesta imaginar un comportamiento, sea cual sea, de cara a otra persona, que no fuera una comunicación de la manera en la cual vemos nuestra relación con esa otra persona, y por consecuencia, una influencia sobre ella. El psicoanalista que permanece sentado en silencio detrás de su paciente tumbado en el diván, ó el terapeuta “ no directivo ” que “ no hace otra cosa que ” repetir las palabras de su paciente, ambos ejercen una enorme influencia por el simple hecho de su actitud y con mayor motivo al definirla como que no ejerce “ ninguna influencia ”. El problema no es tanto evitar la influencia y la manipulación, sino comprenderlas mejor y usarlas en beneficio del paciente. » [1]. Aunque esta cita concierne concretamente a la terapia psicológica, creo que se puede aplicar a cualquier relación, incluyendo la nuestra.
Pensar que es posible comunicar sin inducir es una utopía y enredarnos con esta utopía nos lleva a realizar comportamientos irreales, tal como pensar que no inducimos al comunicar con los demás. Como la estructura viva responde frente a nuestra presencia, tengamos consciencia de ello o no, si rechazamos la idea de la inducción, no podemos interpretar adecuadamente los hechos que se producen, puesto que de esa forma, se producen sin nosotros saberlo.
Una posición mejor consiste en aceptar la inducción como algo inevitable y adoptar una actitud que nos permita controlar una parte de la relación : inducir conscientemente.
Sólo con una inducción consciente podemos interpretar las respuestas con alguna fiabilidad.
Evidentemente, este cambio de actitud, obliga al osteópata a implicarse en la relación terapéutica de una manera que quizás no había considerado nunca antes. Entonces, puede ser más cómodo adoptar una actitud de rechazo, manteniéndose fuera de todo esto, aunque creo que esa manera no se corresponde con la verdadera naturaleza de las cosas. Por otra parte, esto me parece estar en poca conformidad con la idea osteopática que desarrolla un punto de vista más humano de la relación terapéutica.
[1] Watzlawick, Paul, 1975. Changements, paradoxes et psychothérapie p. 14. Le Seuil, Paris, 192 p., ISBN : 2-02-002723-2.
Entonces, ¿uno siente lo que quiere?
Si se trata de una inducción, entonces con mi paciente ¡ puedo sentir lo que me plazca !
Esto es cierto, sólo en parte : cuando en los ejercicios prácticos o con vuestro paciente, inducís ó pedís una torsión, la obtenéis.
Pero la estructura corporal de vuestro paciente ¿ responde de igual forma de los dos lados ? Cuando hago la pregunta durante los cursos, la respuesta casi siempre es negativa.
Así pues, la estructura del paciente responde a vuestra petición, pero solo dentro de los límites de sus posibilidades teniendo en cuenta su estado, en ese momento.
Es la comparación de las dos valoraciones la que os arrojará la información que buscáis.
Si vivís de manera consciente el inevitable fenómeno de la inducción, podéis controlarlo.
Sólo cuando no hay consciencia, es cuando prima lo aleatorio.
¿Del paciente o del osteópata?
Si inducimos, también inducimos en nuestro paciente nuestro propio estado personal de desarmonía.
Por tanto, ¿lo que sentimos en el paciente, es su problema o el nuestro?
¿ Cuál puede ser la fiabilidad de tal sistema ?
Es verdad que el osteópata induce inconscientemente cosas que le pertenecen a él.
En mi opinión, la respuesta a esta pregunta conlleva dos partes.
1- En la práctica con los globos propuesta en los cursos, nuestra atención está centrada sobre nosotros mismos, y somos los únicos protagonistas de la situación. Cuando trabajamos con el paciente, nuestra atención se dirige hacia él, por lo tanto, hacia nuestro exterior, lo cual convierte en prioritaria la percepción proveniente del paciente. En el momento que trabajáis con los pacientes, ¿ encontráis estrictamente las mismas tendencias tisulares que las que percibís cuando os entrenáis sobre el globo ? Si la respuesta es negativa (como lo es sistemáticamente durante los cursos), por consiguiente, esto quiere decir que vuestro propio estado tisular, no ha impedido al paciente el comunicaros el suyo.
2- La segunda parte de la respuesta es que, por supuesto, el tándem terapeuta-paciente corresponde al encuentro de dos mundos, dos universos - el del terapeuta y el del paciente - y que dada la complejidad de estos universos, este encuentro produce interacciones, las cuales se nos escapan, de modo que una parte de esta relación es completamente original y no reproductible debido, a su vez, a las respectivas personalidades del terapeuta y del paciente y a su estado y condición, en ese momento. Estamos, está claro, muy lejos de la sacro-santa reproducibilidad científica. Pero una vez tomada consciencia de ello, podemos manejarlo mejor que si no somos conscientes. De hecho, es el control consciente de la atención y de la intención el que permite gestionarlo de manera algo fiable.
¿La fisiología sin interés?
Usted señala a menudo en sus escritos o en sus propósitos que solo se interesa relativamente por la movilidad normal de las estructuras, tales como están descritas por los osteópatas craneales. Sin embargo, Still nos estimula a conocer la normalidad para poder tratar lo anormal. ¿ No hay una contradicción en esto ?
La contradicción no es más que aparente. La normalidad, por definición, es lo que existe inicialmente, lo fundamental diría yo. No me necesita para existir. El sistema se concibe normal.
Lo que importa, particularmente en un paciente, es lo que impide a la normalidad manifestarse. Así pues, es ello lo que me llama la atención : lo que impide a la normalidad expresarse, es decir para nosotros, las zonas de retención. Hecho de retener. En el abordaje tisular, energía o información retenidas (la energía es información en movimiento) por una estructura viva para protegerse de un entorno considerado como hostil. A partir del momento en el que la o las retenciones que impedían a la normalidad manifestarse han sido liberadas, la normalidad se manifiesta de nuevo por si sola, porque es lo que existe fundamentalmente. Lo único que importa, es rearmonizar el sistema para volver a centrarlo sobre su eje (para nosotros, la duramadre) y seguidamente dejarle operar sus ajustes profundos, ya que es bastante más inteligente que yo para realizarlos. Me parece que Still evoca esto claramente cuando escribe : « Encontrad, tratad y dejad hacer. » [1]
[1] En ingles, « Find it, treat it and leave it alone. » Al igual que « La estructura gobierna la función » esta frase se usa a menudo para justificar la actitud del osteópata. Sin embargo, no la he encontrado tal cual en ningún escrito de Still. Mientras que sí es utilizada en un artículo de H.V. Hoover : An extensionally oriented method for teaching osteopathic medicine en le Yearbook de l’AAO 1965, p. 64.
¿Y la salud?
Still, Jealous o Sills, nos dicen que nos debemos interesar por la salud. Mientras que usted se interesa por las zonas anormales, con lo cual esas que están « enfermas », en « mala salud ». Encuentro eso extraño, incluso me llega a chocar.
La contradicción aquí también, no es más que aparente. La salud es lo que existe al principio de cualquier sistema vivo. Si fue concebido perfecto, como parecen sugerídnoslo los escritos de Still, pues está concebido en estado de salud. Sea cual sea el creador del sistema vivo y la manera de la que ha sido creado, perece difícil concebir un creador gracioso que hubiera creado un sistema en estado de enfermedad…
En estas condiciones, la salud está en el centro, en el corazón, en la raíz de todo lo que está vivo. Y por consiguiente, existe antes que la enfermedad o el mal-salud. Así pues, está presente, potencializada, en el corazón mismo de la enfermedad. Además, si la salud no fuera inherente a los sistemas vivos (¿ es necesario recordar que este punto es uno de los fundamentos de la osteopatía), nadie podría superar la enfermedad.
El término clave, aquí, me parece ser potencial, particularmente si hacemos referencia a nuestro modelo de la consciencia y del concepto de actualización/potencialización que nos viene, recordémoslo de Stéphane Lupasco. Ello nos lleva a considerar salud y enfermedad como un par. En este par, el elemento básico, el que está actualizado durante la misma creación de la vida y lo viviente, parece ser la salud. La enfermedad entonces, es potencial, es decir que no está manifestada.
Pero en ciertas circunstancias, lo viviente puede verse obligado a reaccionar de manera extraña frente a las dificultades que se encuentra. Hemos descrito una de esas reacciones como retención, que conduce la estructura viva a disminuir sus intercambios, su comunicación con su entorno. Al hacer esto, disminuye su estado de salud que, para nosotros, es completamente tributario de la calidad del intercambio con el entorno.
Lo viviente, entonces, potencializa la salud y actuliza la enfermedad. Pero incluso en este caso, en el mismo fondo de la retención, de la enfermedad pues, existe, potencializada la salud. Es gracias a ello que una zona de retención puede liberarse. Y es sobre ello que coloco mi atención y es a la salud potencializada que se dirige mi atención.
Con lo cual no hay ninguna contra-indicación. La intención es claramente de liberar la retención, es decir permitirle reencontrar su estado natural : la salud.
¿Filosofía o ciencia?
Usted valora mucho el aspecto espiritual de las cosas. Ello ¿no nos hace correr el riesgo de aislarnos del mundo científico, y de perjudicar a la osteopatía?
Sí, es posible. Pero yo no concibo la osteopatía como una ciencia. La veo como un arte. [2. conjunto de medios, procesos, reglas que interesan una actividad, una profesión ; actividad, conducta considerada como un conjunto de reglas a observar. Arte militar. Arte culinario. Hacer algo dentro de las reglas del arte. [1](c) Larousse.]
Aquí, ¿ en qué consiste el arte ? Pues, en parte por lo menos, en conciliar los aspectos materiales y los aspectos espirituales de lo viviente y del humano.
Como hombre, como filósofo y sin duda alguna, como osteópata, no puedo evitar de constatar que el ser humano vivo no se limita a algo material.
En estas condiciones, ¿ por qué limitarse a este aspecto de las manifestaciones de la vida ? A partir del momento en el cual uno se interesa en la vida como causa y no sólo en sus manifestaciones, la investigación escapa del ámbito científico, al menos tal como se valora hoy día. Por el contrario, incluso al admitir en la vida, un origen no material, me parece posible abordar su estudio de forma racional. Es en todo caso lo que he intentado hacer.
En cuanto al posible perjuicio a la osteopatía, la cuestión puede darse la vuelta : el enfoque considerado como científico es especialmente simplista. La corriente biomédica actual nos muestra un ejemplo poco entusiasmante. Limitando nuestro punto de vista al del enfoque científico, ¿no nos impedimos a nosotros mismos estudiar lo esencial : la vida?
Podemos plantearnos material y espiritual como los dos polos extremos de una pareja (de un par). Así pues, se puede aplicar una vez más, nuestro concepto de actualización – potencialización. Cada vez que actualizo uno de los dos polos, potencializo de otro tanto el otro. Actualizar como lo hacemos actualmente de manera excesiva el polo material (por consiguiente científico) potencializa de otro tanto el otro (el filosófico y el espiritual). Pero la vida está hecha de los dos. De este modo, ceñirse voluntariamente a uno solo de los dos es malsano. Nuestra sociedad que solo ve lo material está enferma. El abordaje tisular propone otras alternativas bastante más entusiasmantes…
Me gustaría recordar esta citación de Krishnamurti : « No es ninguna prueba de buena salud el hecho de estar bien integrado dentro de una sociedad profundamente enferma. »
¿Qué siente el osteópata?
La herramienta técnica esencial del osteópata es la mano. Su trabajo le impone desarrollar una percepción manual muy fina. Poniendo la mano sobre una estructura viva, el terapeuta debe ser rápidamente capaz de saber cómo va. Varias percepciones permiten determinar el estado vital de una región del cuerpo :
- La densidad (para comprender la densidad, basta con imaginar la diferencia de sensación entre una bola de billar y una naranja). La densidad informa correctamente sobre el estado de comunicación tisular de una región. Cuanto mejor vive esta región, más comunica y menos densa es. Evidentemente, la densidad de una región varía según su estado estructural de base : por ejemplo la densidad del hueso es mayor que la del músculo. Pero incluso a nivel del hueso, y por tratarse de una estructura viva, el osteópata entrenado puede percibir diferencias.
- La tensión (para comprender la tensión, imaginen la diferencia entre un balón hinchado y otro menos hinchado). La tensión informa sobre todo sobre el estado de estrés de un organismo. Cuanto más tensión hay, más estrés existe.
- La movilidad. El estado de movimiento de una estructura nos informa sobre su estado de comunicación y por lo tanto de vida. Puede tratarse de movimientos de articulaciones, de músculos, de fascias, de vísceras, de estructuras craneales, etc. Toda alteración de la movilidad es fuente potencial de problemas. Por eso es normal que el osteópata las busque y las trate.